La seguridad como dimensión básica de la
Calidad en la Atención, es una de las dimensiones que más atención provoca en
los profesionales, debido al alto impacto que puede llegar a producir en sus
pacientes. Otras dimensiones “tradicionales” de la Calidad en la Atención,
están en relación clara y directa con la seguridad clínica, como pueden ser la
información, la continuidad de cuidados o la accesibilidad. El abordaje de la
gestión de los riesgos asistenciales ha sufrido un impulso notable en los
últimos años desde la publicación del ya conocido informe “Errar es Humano”, de
manera que la dimensión “seguridad del paciente” ha pasado a ocupar un lugar
preferencial en las políticas de salud de todos los sistemas de salud en el
mundo.
La tasa de eventos adversos en los
hospitales de diferentes sistemas de salud a nivel internacional, se ha
estimado entre el 4 y el 17%, de los que alrededor de un 50% han sido
considerados como “evitables”. Estos estudios se han realizado en EEUU,
Australia, Gran Bretaña, Dinamarca, Nueva Zelanda, Canadá, Francia, y España
entre otros.
En España, la Agencia de Calidad del
Ministerio de Sanidad y Consumo, desarrolló en 2005 el Estudio Nacional sobre
los Efectos Adversos ligados a la Hospitalización (Estudio ENEAS). En este
estudio, aproximadamente el 95% de los eventos adversos detectados se
enmarcaron en una de estas 4 categorías: asociados a la medicación (37.4%),
asociados a la aparición de una infección nosocomial (25.3%), relacionados con
un procedimiento (25%), o relacionados con los cuidados que recibe el paciente
(7.6%).
En Perú en el Hospital Nacional Dos de
Mayo se realizó una investigación para probar la viabilidad de implementar un sistema de notificación de EA
en servicios seleccionados, basado en la
notificación voluntaria, los resultados indicaron que en este momento no
es posible un sistema de vigilancia basado solo en la notificación voluntaria, que es necesario integrar
los distintos subsistemas y fuentes
y que la mejor manera era
de realizar una vigilancia basada en una notificación
activa complementada con la notificación
voluntaria, la tasa 3.9% de
eventos adversos por cada
100 egresos registrada en este
estudio nos indica y refleja un subregistro debido barreras de cultura
organizacional tales como la resistencia de los médicos y el resto del personal a
registrar los eventos adversos y a discutir
abiertamente sus causas y
soluciones. En este estudio las primeras causas de EA, fueron las IIH (70%)
seguida de las reacciones adversas medicamentosas (14%), úlceras de decúbito
(7%).
De otro lado se realizó el estudio
Iberoamericano de Efectos Adversos (IBEAS) (35) del cual Perú formó parte, el
mismo que buscó determinar la prevalencia de eventos adversos en hospitales de
Perú, Argentina, Costa Rica, Colombia y México. Involucró a 58 centros y el
análisis de un total de 11.55% pacientes hospitalizados. La prevalencia de EA
fue de 11,85%. Los EA detectados estuvieron relacionados con los cuidados en un
13,27%, con el uso de los medicamentos en un 8,23%, con infección nosocomial en
un 37,14%, con algún procedimiento en un 28,69% y con el diagnóstico en un
6,15%. El 62,9% de los EA aumentaron el tiempo de hospitalización una media de
16,1 días, y un 18,2% de los EA causaron un reingreso. Un 60% de los EA se
consideraron evitables
En Chile se realizó un estudio de
incidencia de eventos adversos Hospital Padre Hurtado, 2008, utilizando la
metodología del proyecto ENEAS .La Tasa de Incidencia de Eventos Adversos fue
de un 8,3%, el mayor porcentaje de los cuales correspondió a Infecciones
Intrahospitalarias, lo que los autores atribuyen en parte a una mayor facilidad
de pesquisa, respecto por ejemplo de los EA de medicación, cuya ocurrencia
puede pasar desapercibida sino tiene algún daño evidente en el paciente. Se
identificó un 25% de EA considerados como graves, que derivaron en la necesidad
de realizar una intervención quirúrgica a consecuencia del EA. No hubo
fallecimientos ni incapacidad residual al alta para los pacientes incluidos en
el estudio.
Cada vez son más los ejemplos de
iniciativas que han logrado reducir la incidencia de los eventos adversos y las
propuestas para extender la lucha contra los Eventos Adversos.
En todas estas propuestas se plantean
estrategias comunes para abordar la prevención de Eventos Adversos:
1) Gestionar los riesgos, rastreando las
debilidades del sistema que puedan dar lugar a un EA (análisis proactivo de
riesgos) y realizando una investigación competente de los incidentes (análisis
de causas),
2) Monitorizar la aparición de eventos
adversos,
3) Incorporar a los procesos las medidas
preventivas que se han demostrado eficaces en la bibliografía, y en definitiva,
4) Rediseñar los procesos incorporando
las barreras que pueden minimizar la aparición de esos EA.
En definitiva, ser capaces de incorporar
en todos los procesos de la organización (sobre todo en los asistenciales),
ciclos de mejora que permitan identificar los riesgos asistenciales,
analizarlos y evaluarlos planificando y desplegando respuestas para que no
vuelvan a repetirse, siendo capaces además de evaluar si las medidas
implantadas han tenido el impacto deseado, desde una perspectiva
multidisciplinar y transversal, en un entorno de comunicación abierto y con el
foco puesto en las debilidades y fortalezas del sistema en el que se trabaja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario