lunes, 10 de agosto de 2015

LA SEGURIDAD DEL PACIENTE EN EL MARCO DE LA REFORMA DEL SECTOR SALUD Y EL ASEGURAMIENTO UNIVERSAL EN SALUD

La seguridad como dimensión básica de la Calidad en la Atención, es una de las dimensiones que más atención provoca en los profesionales, debido al alto impacto que puede llegar a producir en sus pacientes. Otras dimensiones “tradicionales” de la Calidad en la Atención, están en relación clara y directa con la seguridad clínica, como pueden ser la información, la continuidad de cuidados o la accesibilidad. El abordaje de la gestión de los riesgos asistenciales ha sufrido un impulso notable en los últimos años desde la publicación del ya conocido informe “Errar es Humano”, de manera que la dimensión “seguridad del paciente” ha pasado a ocupar un lugar preferencial en las políticas de salud de todos los sistemas de salud en el mundo.

La tasa de eventos adversos en los hospitales de diferentes sistemas de salud a nivel internacional, se ha estimado entre el 4 y el 17%, de los que alrededor de un 50% han sido considerados como “evitables”. Estos estudios se han realizado en EEUU, Australia, Gran Bretaña, Dinamarca, Nueva Zelanda, Canadá, Francia, y España entre otros.
En España, la Agencia de Calidad del Ministerio de Sanidad y Consumo, desarrolló en 2005 el Estudio Nacional sobre los Efectos Adversos ligados a la Hospitalización (Estudio ENEAS). En este estudio, aproximadamente el 95% de los eventos adversos detectados se enmarcaron en una de estas 4 categorías: asociados a la medicación (37.4%), asociados a la aparición de una infección nosocomial (25.3%), relacionados con un procedimiento (25%), o relacionados con los cuidados que recibe el paciente (7.6%).
En Perú en el Hospital Nacional Dos de Mayo se realizó una investigación para probar la viabilidad de  implementar un sistema de notificación de EA en servicios  seleccionados, basado en la notificación voluntaria, los resultados indicaron que en este momento no es  posible  un sistema de vigilancia  basado solo en la notificación  voluntaria, que es necesario integrar los  distintos subsistemas y  fuentes  y que  la mejor manera  era  de  realizar  una vigilancia basada en una notificación activa complementada con la notificación  voluntaria, la tasa 3.9% de  eventos adversos por cada  100  egresos registrada  en este  estudio nos indica y refleja un subregistro debido barreras de cultura organizacional  tales  como la resistencia de los  médicos y el resto del personal a registrar  los eventos adversos y a  discutir  abiertamente   sus causas y soluciones. En este estudio las primeras causas de EA, fueron las IIH (70%) seguida de las reacciones adversas medicamentosas (14%), úlceras de decúbito (7%). 
De otro lado se realizó el estudio Iberoamericano de Efectos Adversos (IBEAS) (35) del cual Perú formó parte, el mismo que buscó determinar la prevalencia de eventos adversos en hospitales de Perú, Argentina, Costa Rica, Colombia y México. Involucró a 58 centros y el análisis de un total de 11.55% pacientes hospitalizados. La prevalencia de EA fue de 11,85%. Los EA detectados estuvieron relacionados con los cuidados en un 13,27%, con el uso de los medicamentos en un 8,23%, con infección nosocomial en un 37,14%, con algún procedimiento en un 28,69% y con el diagnóstico en un 6,15%. El 62,9% de los EA aumentaron el tiempo de hospitalización una media de 16,1 días, y un 18,2% de los EA causaron un reingreso. Un 60% de los EA se consideraron evitables
En Chile se realizó un estudio de incidencia de eventos adversos Hospital Padre Hurtado, 2008, utilizando la metodología del proyecto ENEAS .La Tasa de Incidencia de Eventos Adversos fue de un 8,3%, el mayor porcentaje de los cuales correspondió a Infecciones Intrahospitalarias, lo que los autores atribuyen en parte a una mayor facilidad de pesquisa, respecto por ejemplo de los EA de medicación, cuya ocurrencia puede pasar desapercibida sino tiene algún daño evidente en el paciente. Se identificó un 25% de EA considerados como graves, que derivaron en la necesidad de realizar una intervención quirúrgica a consecuencia del EA. No hubo fallecimientos ni incapacidad residual al alta para los pacientes incluidos en el estudio.
Cada vez son más los ejemplos de iniciativas que han logrado reducir la incidencia de los eventos adversos y las propuestas para extender la lucha contra los Eventos Adversos.
En todas estas propuestas se plantean estrategias comunes para abordar la prevención de Eventos Adversos:
1) Gestionar los riesgos, rastreando las debilidades del sistema que puedan dar lugar a un EA (análisis proactivo de riesgos) y realizando una investigación competente de los incidentes (análisis de causas),
2) Monitorizar la aparición de eventos adversos,
3) Incorporar a los procesos las medidas preventivas que se han demostrado eficaces en la bibliografía, y en definitiva,
4) Rediseñar los procesos incorporando las barreras que pueden minimizar la aparición de esos EA.


En definitiva, ser capaces de incorporar en todos los procesos de la organización (sobre todo en los asistenciales), ciclos de mejora que permitan identificar los riesgos asistenciales, analizarlos y evaluarlos planificando y desplegando respuestas para que no vuelvan a repetirse, siendo capaces además de evaluar si las medidas implantadas han tenido el impacto deseado, desde una perspectiva multidisciplinar y transversal, en un entorno de comunicación abierto y con el foco puesto en las debilidades y fortalezas del sistema en el que se trabaja.

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